Ricardo Forster |
El
filósofo Ricardo Forster, uno de los fundadores del grupo Carta Abierta, en
diálogo con Diagonales analizó el panorama político del país, la influencia de
los medios informativos, la hegemonía del grupo Clarín y los alcances de la
derecha en la Argentina. En este sentido, el intelectual indicó que el grupo
Clarín representa a una debilitada oposición que tiene más desaciertos que
certezas. Dijo que la Presidenta mostró una amplitud democrática nunca vista.
-¿Cuáles son los debates
políticos que se producen en la Argentina?
-Hay varios. Los grandes medios de información por lo general son los que establecen esas discusiones. Por ejemplo, cuando un grupo mediático analiza la opinión pública no dice que él es la opinión pública, por lo tanto su mensaje es débil y poco creíble. Yo creo que la sociedad tiene diversos debates, esta es una época fecunda de la democracia argentina en términos de debates políticos, culturales y económicos. En estos últimos años se ha discutido la reconstrucción del sistema jubilatorio, la renta agraria, el matrimonio civil igualitario, la ley de medios, el medio ambiente... me parece que si algo no faltó es el debate. Hoy está en discusión el rol de las fuerzas policiales, las políticas de seguridad, las estructuras económicas en función de una mejor distribución de la renta, las prácticas sindicales, la relación de la Argentina con el resto de América latina, la relación de los intelectuales y el poder político, el retorno a la participación política de los jóvenes, en fin me parece que hay muchos debates. Pero hay un debate para destacar que tiene que ver con qué es efectivamente el kirchnerismo, qué expresa, hasta dónde es una emanación del peronismo y hasta dónde está produciendo novedades
-¿Qué mensaje producen los medios informativos con relación a estos debates?
-Los medios son la única corporación que no puede ser criticada. Pueden criticar a cualquiera, desde el farmacéutico hasta la universidad, pero si a alguien se le ocurre discutir o poner en evidencia ciertos posicionamientos eso es atentar contra la libertad de prensa. En general, los medios en la Argentina, incluso aquellos que se reclaman parte de la tradición liberal, son anti-liberales cuando ejercen un poder de concentración y monopolio a la distribución de la información y de la comunicación. Sería interesante que lean la ley de radiodifusión del gobierno de Bush. Para los medios de comunicación argentinos esa ley sería comunista. Los medios seguirán haciendo lo que hacen si no logramos abrir canales, fijar condiciones y estructurar regulaciones que impidan el usufructo monopólico y este abuso que se viste de opinión pública y de objetividad. Pero en realidad, es constructor de opinión pública de una intervención brutal subjetiva sobre la escena de la información, sino logramos crear las condiciones de una circulación más democrática de la información y la comunicación en la Argentina, no hay proyecto de sociedad democrática. Los grandes medios de comunicación, son herramientas insustituibles de transformación cultural que existen en Argentina y en el mundo, sobre todo a partir de la cristalización de los proyectos neoconservadores y neoliberales, desde la década del 80 del siglo pasado, asociado a la caída de lo que quedaba del socialismo real y la crisis de los proyectos populares. En este sentido, en Argentina y otros países, los medios de comunicación concentrados, están profundamente imbricados con el poder económico. Son parte del poder económico y, por lo tanto, comparten su ideología, su proyecto de sociedad y de país. Actúan en función de eso, creando las condiciones para sostener el proyecto de concentración que multiplica la desigualdad y la injusticia. Son parte de la cultura del neoliberalismo como momento central y hegemónico.
-¿El grupo Clarín es un monopolio y un actor formador de opinión?
-Para cualquier legislación internacional el Grupo Clarín es un monopolio por la gran cantidad de vías por las que distribuye su discurso, pero por su potencialidad económica y su capacidad de lobby político termina por ofrecerle al ciudadano medio todo el menú de los medios técnicos, a través de los cuales se puede informar, comunicar y divertir a una sociedad. Es decir que al mismo tiempo que es dueño de gran parte de los principales diarios nacionales y provinciales, lo es de canales de cable. Se ha desplegado territorialmente con sus contenidos por todo el país y su opinión es influyente y malintencionada. Además, está claro que expresa un pensamiento sectorial y todavía tiene injerencias en un sector de funcionarios y políticos que les interesa quedar bien parados ante los lectores de este diario. Hoy se podría decir que una gran parte de la oposición expresa los intereses del Grupo Clarín que suele ordenarles las agendas, va planteando el camino a tomar y cuál es el acontecimiento que hay que contemplar, yo diría que es un actor político fundamental, que incluso es capaz de sustraerse a las demandas de la Justicia o poner condiciones para hacer inviable la ley de medios o el caso concreto de la identidad de los hijos adoptivos de Herrera de Noble y piden que se lleve a cabo un trabajo que ya fue resuelto por las distintas instancias jurídicas. Es un grupo de poder, de presión, que tiene un pasado inconfesable y una gran capacidad de chantaje.
-¿Cómo obtuvo aceptación la Presidenta con un multimedios como Clarín en contra?
-No es sencillo. Yo creo que la popularidad de la Presidenta tiene que ver con una circunstancia de época muy precisa, con los años en los que se produjo el kirchnerismo como un movimiento claro. En este caso el kirchnerismo es un fenómeno positivo para la historia, por eso no pudo ser derribado por ningún medio golpista. Los medios son simples empresas que trasmiten objetivamente lo que ocurre en el país sino que son parte de la usina de sentido y de la producción de ideología. También hay que tener en cuenta que la Presidenta impulsó medidas concretas que contribuyeron a que parte de la clase media repiense algunas cuestiones que en otras décadas no se pensaban. Influyó mucho la década menemista, el ciudadano descubrió que las certezas no eran tan ciertas. Descubrió que la política de Néstor y Cristina era una oferta diferente, y la restatización de las AFJP, la disputa con el campo son todos puntos clave. El 2008 fue el año bisagra para el país. El Gobierno venció los intentos golpistas de distintos sectores representados por el campo y produjo una movilización política que fue consolidándose por los logros de su gestión. Contra eso un grupo mediático puedo confundir temporalmente, pero el ciudadano palpa lo que sucede en lo cotidiano, en el trabajo, en la calle y donde le toque actuar. Fue fundamental como se emprendió la batalla con relación a ley de Servicios Audiovisuales, ya que se debatió una normativa como nunca se había hecho en el país. Hubo un debate democrático que atravesó al país y que puso fin a una ley de la dictadura. También el Gobierno aprendió de la derrota de 2009 y también hay un hecho clave que es la creación de la Asignación Universal por Hijo que tuvo como consecuencia auxiliar a los sectores más golpeados por las políticas neoliberales, una gran medida social. Además, hay que agregar lo que fue el debate del matrimonio civil igualitario, la gestión mostró claramente amplitud de criterios e instaló una nueva forma de participación. Es decir una serie de factores que se entrelazaron y fortalecieron al Gobierno ante los embates de una corporación mediática. Pero también es vital la efectiva política económica que lleva adelante el país en un momento de crisis mundiales que afectó a grandes Estados, sin embargo la Argentina demostró solidez para conservar el bienestar interno de la economía. También hubo una gran construcción de relato histórico a través de los festejos del Bicentenario que hicieron que el país recupere una identidad conjunta, al menos muchos descreídos se pusieron a pensar en eso. Hacía mucho tiempo ningún gobierno democrático salió a disputar el pasado como el gobierno de Cristina, tomando riesgos que terminaron siendo aciertos al recuperar la identidad cultural.
-¿Según su relato podría decirse que hay una nueva derecha?
-Sí. En realidad tiene que ver con que la derecha supo capturar los medios de comunicación, recuperar el mensaje menemista y construir una retórica que estaba en un lugar que no tenía visibilidad. Hay una mutación que se desplegó en los 80, pero terminó cristalizada en los 90. Pero cuando comenzó a gobernar, como es el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mostró su verdadero rostro y no sólo su incapacidad de gestión sino que claramente tuvo una visión empresarial del Estado que tiene que ver con la vieja derecha y es, entonces, en donde su discurso se torna flaco y el ciudadano le da la espalda. La idea de reemplazar a la política por la administración empresarial, ahí es donde descubre su cara y termina siendo una fórmula ya conocida por el pueblo argentino. Esta situación que podría ser menor en términos de gestión termina siendo grave, genera desigualdad, violencia en algunos sectores de la sociedad, impunidad en el accionar policial y la defensa de las corporaciones económicas.
-¿Cuáles son los motivos del surgimiento de Carta Abierta?
-Surgió en el momento más álgido del conflicto desatado por la resistencia de las entidades agropecuarias a la decisión del Gobierno de intervenir con políticas regulatorias y las retenciones móviles a la extraordinaria renta agraria. El avance sistemático de acciones y lenguajes desestabilizadores hacía peligrar la estabilidad de un Gobierno que había sido legitimado por una mayoría significativa de la sociedad argentina, así que se abría un espacio de conflictividad inédita en los últimos años y creímos indispensable pronunciarnos. Se congregaron personas que venían desde diversos campos de la cultura y del mundo académico desde dramaturgos y físicos hasta psicoanalistas y geógrafos que estaban a la espera de otra relación con la política. Muchos de los que se reunieron en Carta Abierta habían tenido militancia y práctica política en los 70, y en las últimas décadas se habían refugiado en su práctica profesional.
-Hay varios. Los grandes medios de información por lo general son los que establecen esas discusiones. Por ejemplo, cuando un grupo mediático analiza la opinión pública no dice que él es la opinión pública, por lo tanto su mensaje es débil y poco creíble. Yo creo que la sociedad tiene diversos debates, esta es una época fecunda de la democracia argentina en términos de debates políticos, culturales y económicos. En estos últimos años se ha discutido la reconstrucción del sistema jubilatorio, la renta agraria, el matrimonio civil igualitario, la ley de medios, el medio ambiente... me parece que si algo no faltó es el debate. Hoy está en discusión el rol de las fuerzas policiales, las políticas de seguridad, las estructuras económicas en función de una mejor distribución de la renta, las prácticas sindicales, la relación de la Argentina con el resto de América latina, la relación de los intelectuales y el poder político, el retorno a la participación política de los jóvenes, en fin me parece que hay muchos debates. Pero hay un debate para destacar que tiene que ver con qué es efectivamente el kirchnerismo, qué expresa, hasta dónde es una emanación del peronismo y hasta dónde está produciendo novedades
-¿Qué mensaje producen los medios informativos con relación a estos debates?
-Los medios son la única corporación que no puede ser criticada. Pueden criticar a cualquiera, desde el farmacéutico hasta la universidad, pero si a alguien se le ocurre discutir o poner en evidencia ciertos posicionamientos eso es atentar contra la libertad de prensa. En general, los medios en la Argentina, incluso aquellos que se reclaman parte de la tradición liberal, son anti-liberales cuando ejercen un poder de concentración y monopolio a la distribución de la información y de la comunicación. Sería interesante que lean la ley de radiodifusión del gobierno de Bush. Para los medios de comunicación argentinos esa ley sería comunista. Los medios seguirán haciendo lo que hacen si no logramos abrir canales, fijar condiciones y estructurar regulaciones que impidan el usufructo monopólico y este abuso que se viste de opinión pública y de objetividad. Pero en realidad, es constructor de opinión pública de una intervención brutal subjetiva sobre la escena de la información, sino logramos crear las condiciones de una circulación más democrática de la información y la comunicación en la Argentina, no hay proyecto de sociedad democrática. Los grandes medios de comunicación, son herramientas insustituibles de transformación cultural que existen en Argentina y en el mundo, sobre todo a partir de la cristalización de los proyectos neoconservadores y neoliberales, desde la década del 80 del siglo pasado, asociado a la caída de lo que quedaba del socialismo real y la crisis de los proyectos populares. En este sentido, en Argentina y otros países, los medios de comunicación concentrados, están profundamente imbricados con el poder económico. Son parte del poder económico y, por lo tanto, comparten su ideología, su proyecto de sociedad y de país. Actúan en función de eso, creando las condiciones para sostener el proyecto de concentración que multiplica la desigualdad y la injusticia. Son parte de la cultura del neoliberalismo como momento central y hegemónico.
-¿El grupo Clarín es un monopolio y un actor formador de opinión?
-Para cualquier legislación internacional el Grupo Clarín es un monopolio por la gran cantidad de vías por las que distribuye su discurso, pero por su potencialidad económica y su capacidad de lobby político termina por ofrecerle al ciudadano medio todo el menú de los medios técnicos, a través de los cuales se puede informar, comunicar y divertir a una sociedad. Es decir que al mismo tiempo que es dueño de gran parte de los principales diarios nacionales y provinciales, lo es de canales de cable. Se ha desplegado territorialmente con sus contenidos por todo el país y su opinión es influyente y malintencionada. Además, está claro que expresa un pensamiento sectorial y todavía tiene injerencias en un sector de funcionarios y políticos que les interesa quedar bien parados ante los lectores de este diario. Hoy se podría decir que una gran parte de la oposición expresa los intereses del Grupo Clarín que suele ordenarles las agendas, va planteando el camino a tomar y cuál es el acontecimiento que hay que contemplar, yo diría que es un actor político fundamental, que incluso es capaz de sustraerse a las demandas de la Justicia o poner condiciones para hacer inviable la ley de medios o el caso concreto de la identidad de los hijos adoptivos de Herrera de Noble y piden que se lleve a cabo un trabajo que ya fue resuelto por las distintas instancias jurídicas. Es un grupo de poder, de presión, que tiene un pasado inconfesable y una gran capacidad de chantaje.
-¿Cómo obtuvo aceptación la Presidenta con un multimedios como Clarín en contra?
-No es sencillo. Yo creo que la popularidad de la Presidenta tiene que ver con una circunstancia de época muy precisa, con los años en los que se produjo el kirchnerismo como un movimiento claro. En este caso el kirchnerismo es un fenómeno positivo para la historia, por eso no pudo ser derribado por ningún medio golpista. Los medios son simples empresas que trasmiten objetivamente lo que ocurre en el país sino que son parte de la usina de sentido y de la producción de ideología. También hay que tener en cuenta que la Presidenta impulsó medidas concretas que contribuyeron a que parte de la clase media repiense algunas cuestiones que en otras décadas no se pensaban. Influyó mucho la década menemista, el ciudadano descubrió que las certezas no eran tan ciertas. Descubrió que la política de Néstor y Cristina era una oferta diferente, y la restatización de las AFJP, la disputa con el campo son todos puntos clave. El 2008 fue el año bisagra para el país. El Gobierno venció los intentos golpistas de distintos sectores representados por el campo y produjo una movilización política que fue consolidándose por los logros de su gestión. Contra eso un grupo mediático puedo confundir temporalmente, pero el ciudadano palpa lo que sucede en lo cotidiano, en el trabajo, en la calle y donde le toque actuar. Fue fundamental como se emprendió la batalla con relación a ley de Servicios Audiovisuales, ya que se debatió una normativa como nunca se había hecho en el país. Hubo un debate democrático que atravesó al país y que puso fin a una ley de la dictadura. También el Gobierno aprendió de la derrota de 2009 y también hay un hecho clave que es la creación de la Asignación Universal por Hijo que tuvo como consecuencia auxiliar a los sectores más golpeados por las políticas neoliberales, una gran medida social. Además, hay que agregar lo que fue el debate del matrimonio civil igualitario, la gestión mostró claramente amplitud de criterios e instaló una nueva forma de participación. Es decir una serie de factores que se entrelazaron y fortalecieron al Gobierno ante los embates de una corporación mediática. Pero también es vital la efectiva política económica que lleva adelante el país en un momento de crisis mundiales que afectó a grandes Estados, sin embargo la Argentina demostró solidez para conservar el bienestar interno de la economía. También hubo una gran construcción de relato histórico a través de los festejos del Bicentenario que hicieron que el país recupere una identidad conjunta, al menos muchos descreídos se pusieron a pensar en eso. Hacía mucho tiempo ningún gobierno democrático salió a disputar el pasado como el gobierno de Cristina, tomando riesgos que terminaron siendo aciertos al recuperar la identidad cultural.
-¿Según su relato podría decirse que hay una nueva derecha?
-Sí. En realidad tiene que ver con que la derecha supo capturar los medios de comunicación, recuperar el mensaje menemista y construir una retórica que estaba en un lugar que no tenía visibilidad. Hay una mutación que se desplegó en los 80, pero terminó cristalizada en los 90. Pero cuando comenzó a gobernar, como es el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mostró su verdadero rostro y no sólo su incapacidad de gestión sino que claramente tuvo una visión empresarial del Estado que tiene que ver con la vieja derecha y es, entonces, en donde su discurso se torna flaco y el ciudadano le da la espalda. La idea de reemplazar a la política por la administración empresarial, ahí es donde descubre su cara y termina siendo una fórmula ya conocida por el pueblo argentino. Esta situación que podría ser menor en términos de gestión termina siendo grave, genera desigualdad, violencia en algunos sectores de la sociedad, impunidad en el accionar policial y la defensa de las corporaciones económicas.
-¿Cuáles son los motivos del surgimiento de Carta Abierta?
-Surgió en el momento más álgido del conflicto desatado por la resistencia de las entidades agropecuarias a la decisión del Gobierno de intervenir con políticas regulatorias y las retenciones móviles a la extraordinaria renta agraria. El avance sistemático de acciones y lenguajes desestabilizadores hacía peligrar la estabilidad de un Gobierno que había sido legitimado por una mayoría significativa de la sociedad argentina, así que se abría un espacio de conflictividad inédita en los últimos años y creímos indispensable pronunciarnos. Se congregaron personas que venían desde diversos campos de la cultura y del mundo académico desde dramaturgos y físicos hasta psicoanalistas y geógrafos que estaban a la espera de otra relación con la política. Muchos de los que se reunieron en Carta Abierta habían tenido militancia y práctica política en los 70, y en las últimas décadas se habían refugiado en su práctica profesional.
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