La polémica surgida a partir de la decisión de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata de entregarle el premio Rodolfo Walsh al Presidente venezolano Hugo Chávez forma parte de una discusión más profunda que tiene que ver con el acceso a los medios de comunicación y el derecho a la información por parte de sectores históricamente postergados.
Chávez forma parte de esta nueva camada de presidentes que en los últimos años han llegado al poder a través del voto popular en América Latina para emprender una serie de reformas tendientes a dejar atrás los oscuros años neoliberales que sumieron a los pueblos latinoamericanos en la miseria y la humillación. Estos gobiernos han levantado las banderas de la real distribución del ingreso, la unión latinoamericana y la integración de las minorías y las clases populares. Además, son los que han comenzado a cuestionar la propiedad de los medios de comunicación y allí es donde debe buscarse la razón de que estos verdaderos generales multimediáticos se hayan convertido en la principal oposición política a las administraciones de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.
Como bien se expresa en los fundamentos que respaldan la decisión de otorgarle el premio Rodolfo Walsh a Chávez se cuenta la creación del canal internacional Telesur. Éste, en palabras de la propia decana de Periodismo, la Dra. Florencia Saintout “nos ha permitido a los latinoamericanos construir y difundir información propia sobre la base de nuestras realidades regionales”. No está de más agregar que este canal jugó un papel vital para impedir el golpe de Estado que estaba en marcha en Ecuador el 30 de septiembre del año pasado con la cobertura que hizo de los hechos.
El premio a Chávez entonces, se enmarca en este complejo escenario donde la necesidad de democratizar el campo de la comunicación para permitir la incorporación de nuevas voces choca con la furiosa reacción de aquellos que ven afectados sus intereses.
Mucho se ha hablado –y se sigue hablando- de la supuesta falta de libertad de expresión y censura a la prensa en Venezuela. Durante los últimos días se machacó constantemente desde los medios acerca de las 34 emisoras de radio que Chávez habría “cerrado” simplemente por tener una línea editorial opuesta a su gobierno. Sin embargo, poco y nada se dice acerca de cuáles fueron las razones concretas que lo llevaron a tomar semejante decisión. Los medios, y esto no es nada nuevo, tienden a presentar la información descontextualizada y a ocultar y/o tergiversar aquellas cuestiones que colisionan con sus intereses. Por este motivo es que se hace necesario explicar algunos puntos, para no terminar hablando simplemente porque el aire es gratis.
Chávez efectivamente les retiró las licencias a 34 radios. Ahora bien, el tema es más complejo que eso. Decir que es un tirano o que su gobierno es una dictadura (cuando ha ganado todas y cada una de las elecciones a las que se presentó) no es un argumento, es una forma de esquivar el bulto para no tener que explicar nada.
De las 34 emisoras, algunas eran opositoras, no todas. Primera cuestión. Otras ya prácticamente estaban extintas por lo que no transmitían y algunas ya habían empezado a hacerlo por Internet. Y el motivo por el que se les retiró la licencia no fue un capricho del Presidente si no que tiene que ver con el marco regulatorio que rige en Venezuela para los medios de comunicación. La Ley de Telecomunicaciones para ser más exactos. Lo que se les pidió a 240 emisoras –dentro de las cuales estaban estas 34- fue que presentaran toda la documentación que avalaba la vigencia de su licencia. Al no contar con esta documentación o simplemente negarse a presentarla, era evidente que estaban usurpando un lugar en el espectro radioeléctrico (que es finito, y he aquí la cuestión) de forma ilegal. Por eso se les retiró la licencia.
Es entendible que decir que el gobierno de Venezuela cerró 34 emisoras de radio le hace ruido a cualquiera. Pero también es cierto que uno no puede ni debe quedarse únicamente con el título. Es deber de cada quien informarse, buscar los por qué para no contribuir a la campaña de desinformación a la que constantemente nos vemos sometidos por determinados medios demasiado interesados en defender sus intereses. Por otra parte, al observar el mapa de la propiedad de los medios de comunicación en Venezuela llama la atención que la mayor parte de éstos tienen una línea editorial contraria -y en algunos casos, ferozmente opositora- al gobierno de Chávez. Un caso ejemplificador es el de Globovisión, canal de televisión venezolano, que llama abiertamente a derrocar a Chávez. Estas son cuestiones a tener en cuenta al momento de opinar acerca de la situación de la prensa en Venezuela.
Por otra parte, la indignación pequeño-burguesa de cierta clase media siempre dispuesta a hacerle el coro al Establishment mediático resulta, cuanto menos, curiosa. ¿Dónde estaban esas voces rabiosas cuando en 2009 el Comité Nobel Noruego le otorgó el Premio Nobel de la Paz al presidente norteamericano Barack Obama? Un hombre que desde que llegó al poder, ha aumentado el presupuesto para la guerra en Afganistán así como también el número de tropas allí apostadas a la vez que tampoco da señales de retirar las que ya se encuentran en Irak. A todo eso debería agregársele las bases militares instaladas en Colombia e impulsadas desde su administración. Y si se quiere, más acá en el tiempo, uno de los responsables del bombardeo a Libia –uno de los países más ricos del norte de África debido a sus exportaciones de petróleo, lo que no es casual- bajo la siniestra excusa de las supuestas “razones humanitarias”.
Y si el premio a Obama parece demasiado lejano al tema en cuestión, el año pasado la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) le otorgó una distinción al CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto. Magnetto, cabeza visible del multimedios más grande que existe en Argentina y para quien el cargo de Presidente de la Nación es un “puesto menor”, fue galardonado por “su trayectoria en defensa de las libertades de expresión y de prensa (sic)” según expresó el presidente de dicha entidad.
Entonces, otra vez la duda. Los que hoy gritan a los cuatro vientos su indignación porque la Facultad de Periodismo de la UNLP premió a “un dictador”, ¿qué dijeron cuando esos personajes ya mencionados fueron premiados?
Queda claro así que el premio “Presidentes latinoamericanos por la comunicación popular” otorgado al Presidente Chávez se enmarca en la batalla cultural por el acceso a la información que desde hace un par de años se ha desatado en la región y que en nuestro país se plasmó en el debate y posterior aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Sin embargo hay un hecho que me molestó sobremanera y aquí no puedo evitar ponerme autorreferencial. Varios comunicadores hicieron alusiones a los estudiantes de la Facultad de Periodismo y se lamentaron de que debiéramos sufrir lo que ellos consideran un atropello por parte de las autoridades. Bien, como estudiante de dicha facultad quiero expresar que me siento orgullosa de pertenecer a una casa de estudios que otorga un reconocimiento a Hugo Chávez por su aporte a la comunicación popular. Asimismo, quiero enviar mis felicitaciones a la Decana Florencia Saintout por haber tenido el coraje de premiar a Chávez, aún sabiendo que sería blanco de los ataques cobardes de cierta prensa canalla que, paradójicamente, se encuentra en las antípodas de lo que la figura de Rodolfo Walsh representa.
Por último, viendo quiénes son los que hoy alzan la voz contra este reconocimiento es que puedo reflexionar y asegurar sin miedo a estar equivocada de que vamos por buen camino. Por eso de Ladran Sancho… ¿no?
(*) Cecilia Bibbó Pollio, estudiante de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP
Muy bueno poder tener dos artículos sobre este tema tan importante en La Plata (y en el país, desde ya) con la visión de una docente y de una estudiante de la Facultad de Periodismo.
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